Goa y la influencia occidental


05/03/2018 - Alejandro Soto

Habiendo terminado nuestra estancia en Mumbai, decidimos tomarnos unos días para huir del caos y resguardarnos en alguna playa del pacífico.


Al salir en la estación del tren, nos entusiasmamos con descubrir el distrito de Goa, una tierra que fue colonizada por los portugueses (a diferencia del resto dominado por los ingleses) y, por lo mismo, se ha mantenido como un estandarte católico y un faro magnético de foráneos occidentales.






Como muchos de ellos, nuestra intención era despejarnos un poco del huracán de estímulos que significa Mumbai (y la India en general). Algo así como una parada para cargar energías antes de adentrarnos en lo desconocido.


Con las playas de México en la mente, nos dejamos llevar por un halo de esperanza. Sin embargo, como aprendimos posteriormente, una regla general en la India, es que los planes nunca se cumplen (en muchas ocasiones por motivos divinos), y las expectativas siempre juegan en contra.






Y es que, al llegar, nos encontramos con todo menos paz.


La playa, que nosotros visualizamos como desierta, resultó estar plagada por palapas de luz neón y lanchas de motor. Las calles, que asumimos eran de tierra, estaban repletas de tiendas de souvenirs y playeras sin mangas con estampados del capitan américa.


Y es que, como entendimos después, la influencia occidental no sólo había traído normas laxas (Goa es un lugar conocido por vender alcohol) sino también un discurso de exceso y turismo desechable.


En otras palabras, las tierra católica, se ha convertido en la meca de los casinos, los barcos de música electrónica y el descontrol.






Y fue ahí cuando lo entendimos.


Sentados en nuestra terraza, viendo a un joven indio vomitar su bebida desde un segundo piso, nos imaginamos lo que sería de este pequeño continente (1.2 billones de personas) si de pronto adoptaran el discurso gringo de consumo. Y nos dio mucho miedo.


Con esto no queremos decir que todo en Estados Unidos (y nuestro lado del charco) está mal. O que la India se mantiene pura de la influencia global. De hecho, un cambio radical lleva ocurriendo en la juventud india desde hace tiempo al comparar su cultura con el resto.






Pero si algo nos quedó más claro, es de la importancia de poner atención de la filosofía oriental que promueve el balance con su entorno, antes de que el capitan américa (y el resto de su flota), vengan a cambiar el khadi por t-shirts y los templos por casinos.